viernes, 11 de octubre de 2019

¿Cuál es el precio de mi producto o servicio?


Hoy voy a lanzar una pequeña reflexión sobre esta pregunta que cualquier profesional se hace cuando sale al mercado.

Hay sectores muy machacados o con todo muy medido que los profesionales que trabajan en él saben perfectamente en qué varemos se mueve el producto o servicio que venden.

Por ejemplo en el sector industrial los costes están cada vez más medidos y los márgenes son muy estrechos para que nos encontremos grandes diferencias. Ahí entran en juego otros factores para conseguir clientes cono pueden ser:

-          Valor añadido por servicio a medida.
-          Rapidez en la entrega
-          Seguimiento y trato personal
-          Servicio de atención al cliente
-          Adecuación inmediata a las necesidades del cliente


Cuando se trata de un servicio determinado menos tangible que un producto entra en juego por encima de todo el feedback entre proveedor y cliente. Las relaciones personales y la integración de ese servicio dentro de la estructura del cliente es lo que marca la diferencia. Para mí todo servicio externo tendrá más éxito en proporción a cuanto más se integre en la estructura de la cadena de valor y en los procesos internos de la propia empresa. La clave del éxito es que aunque sea un servicio externo nadie lo diría por lo integrado que está dentro de la propia empresa. Tiene que dar la sensación de ser un eslabón más dentro de la  empresa igual de necesario que los procesos internos.



Si vamos al sector servicios en muchos casos nos llevamos sorpresas porque el cliente te sorprende por muy estudiado que tengas tu mercado.  Ahí es más importante que nunca el marketing y la imagen de marca. Hay muchas veces que los clientes compran productos a un precio que si nos paramos a pensar sería desorbitado si no serían auténticos fieles y valedores de una marca determinada (Por ejemplo el mundo de la tecnología con Apple, Microsoft, Sap, etc.).
Otro ejemplo muy válido es el mercado inmobiliario que conozco bien. Hay sorpresas con productos que conociendo el mercado nos pueden parecer que salen a un precio desorbitado pero luego nos sorprende el mercado.

Un ejemplo real es la típica promoción inmobiliaria en algún lugar determinado (Por ejemplo en el centro de una ciudad) en el que la posibilidad de desarrollar una promoción de obra nueva es muy pequeña porque no hay suelo. Salen unos precios que nos pueden parecer una locura. Pero sólo son 25 viviendas, aunque a 60.000 personas nos parezca desorbitado su precio, si hay 25 personas con capacidad económica y dispuestas a pagar ese precio el mercado nos corrige. La realidad es que el precio de ese producto era realmente el que salió al mercado.



Como en todos mis post es una sencilla reflexión en voz alta. Está claro que los profesionales de cada sector saben muy bien el precio de sus productos y sus servicios pero siempre todos buscamos un valor añadido que nos diferencie del resto. Y eso pocas veces está en el precio.


Asier Oñativia