jueves, 31 de marzo de 2022

Tiempos convulsos, decisiones difíciles y cambios estratégicos siempre con mucha cabeza

En una situación tan inesperada como la actual con una pandemia de 2 años, una guerra en Europa, una crisis energética sin precedentes y con todos los imprevistos que nos está tocando vivir todo el mundo comenta que “no salimos de una gorda y ya estamos metidos en otra”.

Por supuesto que el drama humano está por encima de todo pero en este blog intento comentar aspectos relacionados con la gestión integral de nuestras empresas.

Uno con la experiencia que nos va dando la vida intenta ser cada vez más pausado y pensar varias veces decisiones importantes que puedan afectar a nuestros negocios. Nos llegan por todos los lados reflexiones de que hay que cambiar, hay que adaptarse y si no nos movemos rápido acabaremos cerrando.

Pero esta experiencia que comentaba me hace reflexionar sobre esos cambios tan bruscos que nos llegan como “alarmas” por todos los lados. Hay empresas que tienen un poso de muchas décadas y que esos cambios a medio/largo plazo pueden incluso hasta perjudicarles.


Cuando uno se ha ganado un cierto prestigio, una imagen de seriedad y una confianza que se valora tanto en nuestros clientes hay que tener cuidado con esos cambios. Adaptarse por supuesto que sí, pero ojo con cambios de rumbo drásticos. Puede que por precipitarnos echemos por tierra muchos años de trabajo y de transmitir una imagen que se distorsione con esos cambios.

Obviamente la situación financiera es clave para este tipo de decisiones. Si tenemos una base sólida y un colchón importante que nos de nuestra larga trayectoria quizás es mejor desaprovechar algunas oportunidades de negocio como decisión estratégica, parece contraproducente pero hay casos que puede no ser nada descabellado. Y todo para entre cosas no convertirse en uno más dentro de nuestro sector que va con todo a por todo sin ningún tipo de escrúpulo.




La diferenciación sólo se consigue normalmente con una larga trayectoria y con una confianza que a veces es muy difícil de medir. No la perdemos en tiempos tan revueltos como los actuales en los que nos llegan mensajes catastrofistas y apocalípticos por todos los lados.

La experiencia y el poso que las empresas de larga trayectoria tienen es un valor añadido que no se puede perder por decisiones precipitadas.




Asier Oñativia